10 de diciembre de 2012

Leamos la Biblia!


Sufro penalidades,
hasta prisiones a modo de malhechor;
mas la palabra de Dios no está presa.
2 Timoteo 2:9.

La Escritura no puede ser quebrantada.
Juan 10:35.

¿Leemos nuestra Biblia?
Ministerio Amén Amén


        "Un niño había descubierto en su casa una Biblia que cada día se iba llenando más de polvo. Cierto día le preguntó a su madre: –Mamá, ¿es este el libro de Dios? –Claro que sí, le respondió ella. –Como nunca lo leemos, ¿por qué no se lo devolvemos?, sugirió el niño.

       En Francia, Jerôme Lebrat (1848-1912) había leído y estudiado la Biblia asiduamente. Alimentado por el Evangelio de Dios, lo predicaba de aldea en aldea. La gente se apiñaba en los graneros y, sentada en donde podía, escuchaba sin perder palabra; palabras a veces severas, que como flechas llegaban a las conciencias: «Si no quieren leer sus Biblias, quémenlas, porque en el día del juicio testificarán contra ustedes». Con esto se refería a lo que Jesús dijo: “El que… no recibe mis palabras, tiene quien le juzgue; la palabra que he hablado, ella le juzgará en el día postrero” (Juan 12:48).

       Un día Jerôme Lebrat se dio cuenta de que sus oyentes, sin duda por comodidad, venían a las reuniones sólo con el Nuevo Testamento. El predicador temió que se descuidara el estudio del Antiguo Testamento, por ello decidió escoger los temas de sus predicaciones en esa parte de la Biblia.

       Cristianos, no descuidemos el estudio de toda la Biblia, pues en ella encontraremos la paz, el gozo y las fuerzas para comportarnos como hijos de Dios en este mundo".


2 de diciembre de 2012

Verso de la Biblia (Marcos 6:30-44)


Alimentacion de los cinco mil

Marcos 6:30-44
30 Entonces los apóstoles se juntaron con Jesús, y le contaron todo lo que habían hecho, y lo que habían enseñado. 31 El les dijo: Venid vosotros aparte a un lugar desierto, y descansad un poco.
Porque eran muchos los que iban y venían, de manera que ni aun tenían tiempo para comer. 32 Y se fueron solos en una barca a un lugar desierto. 33 Pero muchos los vieron ir, y le reconocieron; y muchos fueron allá a pie desde las ciudades, y llegaron antes que ellos, y se juntaron a él. 34 Y salió Jesús y vio una gran multitud, y tuvo compasión de ellos, porque eran como ovejas que no tenían pastor;(G) y comenzó a enseñarles muchas cosas. 35 Cuando ya era muy avanzada la hora, sus discípulos se acercaron a él, diciendo: El lugar es desierto, y la hora ya muy avanzada. 36 Despídelos para que vayan a los campos y aldeas de alrededor, y compren pan, pues no tienen qué comer. 37 Respondiendo él, les dijo: Dadles vosotros de comer. Ellos le dijeron: ¿Que vayamos y compremos pan por doscientos denarios, y les demos de comer? 38 El les dijo: ¿Cuántos panes tenéis? Id y vedlo. Y al saberlo, dijeron: Cinco, y dos peces. 39 Y les mandó que hiciesen recostar a todos por grupos sobre la hierba verde. 40 Y se recostaron por grupos, de ciento en ciento, y de cincuenta en cincuenta. 41 Entonces tomó los cinco panes y los dos peces, y levantando los ojos al cielo, bendijo, y partió los panes, y dio a sus discípulos para que los pusiesen delante; y repartió los dos peces entre todos. 42 Y comieron todos, y se saciaron. 43 Y recogieron de los pedazos doce cestas llenas, y de lo que sobró de los peces. 44 Y los que comieron eran cinco mil hombres.

Llénate de Dios!!!


El Señor… sacia al alma menesterosa,
y llena de bien al alma hambrienta.
Salmo 107:8-9.

Será saciada mi alma,
y con labios de júbilo te alabará mi boca.
Salmo 63:5.

El Señor nos Llena
Ministerio Amén Amén

"Leer Mateo 14:17-21; 15:34-38. ¿Qué son cinco panes y dos peces para alimentar a cinco mil personas? ¿Y siete panes y algunos pececillos para saciar a cuatro mil? Por medio de estos dos milagros de Jesús, Dios quiere mostrarnos que los métodos utilizados por el hombre para asegurar sus necesidades no tienen comparación con los recursos divinos. ¡Y con cuánta más razón, cuando se trata de las necesidades del alma, encontramos la respuesta en Dios y no en nosotros!

Un lugar desierto, miles de personas hambrientas: la carencia de los recursos humanos era evidente. Pero el Señor estaba presente e iba a encargarse de la situación. Ni siquiera necesitaba esos panes para saciar a la multitud. Sin embargo, en su gracia empleó esos insignificantes alimentos y por su poder los transformó en una gran abundancia. “Comieron todos, y se saciaron; y recogieron lo que les sobró, doce cestas de pedazos” (Lucas 9:17).

Querido amigo, usted que siente profundamente sus insuficiencias, sean del tipo que sean, piense que éstas dan la ocasión al Señor para llenarlo y enriquecerlo de su gracia. Eso fue lo que comprendió el apóstol Pablo cuando declaró: “Por amor a Cristo me gozo en las debilidades, en afrentas, en necesidades, en persecuciones, en angustias; porque cuando soy débil, entonces soy fuerte” (2ª Corintios 12:10)".